¿Por qué dejar escapar lo que ayer se tuvo? ¿Por qué reemplazarlo por otra cosa? ¿Por qué no retener lo que se ama?
No hay color, las nubes siguen demasiado oscuras mientras yo me revuelvo en este laberinto de deseos y esperas llenas de infinitos vacíos, pero a tu sentimiento solo le sujeta el aire y el rozar con la punta del alma todo aquello que asome a su paso. Se me desplomó el alma cuando replegaste tus alas y te dirigiste a alguna otra parte, ahora habito en la nada y en ella pretendo encontrarte, pobre ilusa!
Me privaste de tu sombra y tu calor y solo vivo esperando algo que nunca llega.
Decía Schopenhauer que nuestro mundo está hecho de melodía y la vida no es otra cosa que pura música. Una de dos: o mis oídos se volvieron sordos o la música alcanzó, no el silencio que ese es necesario y placentero, sino el mutismo final, ese silencio eterno que hace que una obra sea inconclusa.
Lento letargo ha surgido por entre los resquicios de tu alma ¿acaso pretendes alumbrar tu ocaso con los pensamientos escapados por entre las pestañas? Quieres vivir en colores, también yo, pero éstos se me niegan. Aquél noble sentir que anida en lo más profundo de mi ser quedó teñido de un color indefinido, inútilmente me empeño en que sea aquél color que me enseñaron a llamar "colorao" y no es otro que el rojo con que se tiñe cada día la cada vez más cercana y tambaleante línea de tu horizonte, del mío. Y así sigo, cual olvidada confusión en la amalgama de tu mente y es que acaso solo fui una garrapata a la que costó desalojar.
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